11 de diciembre de 2011

La condesa sangrienta: Elizabeth Bathory

“Sentada la condesa mira torturar y oye gritar, sus viejas y horribles sirvientas son figuras silenciosas que traen fuego, cuchillos, agujas, atizadores, que torturan a muchachas que luego entierran. Como el atizador o los cuchillos, esas viejas son instrumentos de una posesión. Esta sombría ceremonia tiene una sola espectadora silenciosa…”


Más conocida como La Condesa Sangrienta, debido a los macabros y depravados crimenes que cometió, Elizabeth Bathory fue una aristócrata húngara perteneciente a una de las mas ilustes familias de Europa. De hecho de esta misma familia tambien fueron Esteban y Sigmund Bathory que ocuparon los tronos de Polonia y Transilvania, además de varios dignatarios de la Iglesia y ministros de Hungría.

Popularmente se cree que mataba a sus jovenes doncellas para bañarse en su sangre porque creía que así se mantendria joven y bella. Se dice que llegó a asesinar a 650 personas para este proposito. Actualmente y despues de las investigaciones llevadas a cabo no se sabe a ciencia cierta si esto es verdad o no, aunque si se puede asegurar que cometió una gran cantidad de crimenes de extrema crueldad.


La historia de Elizabeth comienza en 1560, fecha en la que vino al mundo en el seno de una de las más importantes familias de Hungría. Su castillo se encontraba en Cachtice, ciudad situada en Eslovaquia. También paso parte de su vida en Viena donde tenia una mansión cerca del palacio real en el centro de la ciudad. Allí se hizo construir una jaula de hierro dentro de la cual torturaba a las jovenes doncellas.

Gran parte de los investigadores achacan los malvados instintos de esta condesa a la degeneración genética a la que habían llegado los miembros de esta familia debido a la endogamia, pues la única manera de mantener las posesiones era el matrimonio entre familias nobles húngaras. De hecho, Elizabeth era muy propensa a ataques de epilepsia, y entre los de su estirpe había numerosos antecedentes de prácticas de magia negra y satanismo; además, su hermano Stephen y su tía, ambos de marcada tendencia homosexual, fueron conocidos libertinos en su época, y, por si fuera poco, cabe citar el caso de su antepasada Clara Bathory, que, al decir de los cronistas, aparte de practicar todo tipo de enfermizas aberraciones sexuales envenenó a su marido.


A los once años Elizabeth se prometio con Ferenc Nadasdy, el hijo de otra familia húngara de la aristocracia. Se fue a vivir con la familia de Ferenc, al sombrio castillo de Csejthe. Allí le gustaba jugar con los niños de los Nadasdy, pero pronto quedo embarazada de uno de ellos. Debido a este incidente a los 13 años se la tuvieron que llevar en secreto hasta un castillo donde tuvo al hijo que fue sacado del país. Dos años después se casó con Ferenc Nadasdy.

Ferenc, que poco después sería conocido como El Caballero Negro, por sus destacadas proezas como general en el campo de batalla, era tan cruel como su mujer. Estuvo la mayor parte de su matrimonio luchando contra los turcos y cuando volvía a casa disfrutaba torturando a los prisioneros. De hecho enseño varias técnicas de tortura a Elizabeth. Una de las tecnicas preferidas de tortura de Elizabeth era introducir finas agujas debajo de las uñas de sus sirvientas, o simplemente clavarlas en su piel. También se decía que daba llaves o monedas al rojo vivo para quemar las manos de las doncellas, o que las tiraba a la nieve para despues echarles agua fría hasta verlas morir congeladas.


Se cuenta que Ferenc enseñó a Elizabeth como mantener la discipina de sus doncellas. Sacaban a las chicas desnudas al exterior y recubrían sus cuerpos con miel. Las dejaban un día entero fuera, de manera que eran picadas por mosquitos, abejas y todo tipo de insectos.

El hecho de que Ferenc estuviera ausente gran parte del tiempo fue la causa de que Elizabeth buscara refugio en numerosos amantes de ambos sexos de los que pronto se aburrió, de forma que, intetando buscar nuevos divertimentos, llamo a gran cantidad de brujos y alquimistas que la iniciaron en ciertas prácticas de brujería en las que se centró su vida a partir de entonces, especialmente cuando, a la muerte de su esposo en 1604, vio las puertas abiertas para entregarse a esta nueva pasión. Esto tambien dio a Elizabeth via libre para desarrollar sus propias perversiones sexuales. Segun un registro del juicio celebrado en 1611, una vez prendio fuego al vello pubico de una de sus criadas. Tambien le gustaba mucho que sus doncellas se desnudaran para ella.


El origen de la historia que dice que utilizaba sangre para fines cosméticos es que se dice que un día, propinó una violenta bofetada a la criada que la estaba peinando, con tan mala fortuna que ésta comenzó a sangrar y su sangre salpicó la mano de la condesa. Convencida de que el trozo de piel donde había caído la sangre se veía más lozano, proyectó tomar baños de sangre humana para mantener su juventud y belleza eternamente. 

A partir de este momento comenzó una orgía desenfrenada de asesinatos (se citan más de seiscientos cincuenta) que se prolongó por espacio de 10 años, durante los cuales sus criados recorrieron la región a la caza de jóvenes vírgenes, cuando no era ella misma la que las atraía al castillo con el señuelo de ser empleadas como sirvientas. Allí, las aldeanas eran encerradas en las mazmorras del castillo, a la espera de ser degolladas para que su sangre llenara la bañera de la cruel condesa.

Una temporada que la condesa estuvo enferma en cama mando que le llevaran a una joven doncella para hecerle compañia. Cuando esta llegó, se avalanzó sobre ella, la mordió en la mejilla, le arrancó un trozo de hombro con los dientes y le clavo los dientes en un pecho.


Llegó un momento que el guardar tal numero de cuerpos en el castillo se convirtio en un gran problema. Incluso al principio se guardaron algunos cuerpos debajo de las camas. Sin embargo, el hedor era tan insoportable que algunos sirvientes llevaron los cuerpos a un campo cercano a la ciudad, con lo que empezaron a circular leyendas entre la gente de la existencia de vampiros los cuales eran la causa de los cuerpos llenos de sangre que se encontraban alrededor de la aldea.

Bathory poseía muchas más riquezas que el propio rey Matias II. Debido a esto en cuanto al rey le llegaron noticias de lo que en el castillo de la condesa estaba ocurriendo decidio actuar de inmediato, motivado por causas económicas. Poco despues el rey ordenó en Bratislava al conde Thurzo que investigara los hechos. Si pudieran encontrar a Bathory culpable de brujería, todas sus posesiones pasarian directamente al rey y ademas se anularia toda su deuda hacia ella.


Sin embargo el conde Thurzo era un gran amigo de la familia Bathory y pudieron hacer un trato con él: habría un juicio conducido por Thurzo antes de que el rey pudiera actuar. Bathory no comparecería pero sus cómplices serían llevados a juicio. De esta manera las propiedades se quedarian en manos de la familia Bathory.

El plan se llevo a cabo y los complices de la condesa fueron ejecutados de forma cruel. Se les arrancó los dedos con tenazas al rojo vivo y después se les tiró vivos a la hoguera. En cuanto a Elizabeth su condición nobiliaria le permitió escapar del verdugo, pero no salió indemne del proceso, pues como expiación de sus crímenes fue condenada a prisión perpetua y a ser emparedada en el castillo de Esei, con tan sólo una diminuta rendija por la que le daban comida y agua. Murió a los cincuenta y cuatro años, dentro de la cámara que llevaba siendo su tumba desde hacía casi un lustro.

8 de diciembre de 2011

Ocho formas diferentes de pasar a mejor vida


¿Has pensado alguna vez en qué sentirás cuando te mueras? ¿Sentirás algo? ¿No sentirás nada? Eso nunca puede saberse, pero la ciencia forense ha investigado distintos tipos de muerte, incluso se debate sobre qué sentido es el que antes se pierde, la vista y el oído probablemente sean los últimos, por experiencias cercanas a la muerte. Las siguientes experiencias son tan cercanas, que de hecho, si las sientes, es que te estás muriendo.

Muerte por ahogamiento


Te puede pasar si te caes al mar o a una piscina o metes la cabeza en un charco. No te la recomiendo, aunque haya poetas que digan que “el agua es como una venda para el alma”, los primeros instantes son muy angustiosos. Lo más probable es que los pulmones se llenen de agua, produciendo la muerte por asfixia, pero no siempre ocurre. La asfixia se puede producir por el cierre de la tráquea cuando el estómago se llena de agua, con los consiguientes espasmos de la laringe. El caso es el mismo, se interrumpe la llegada de oxígeno al cerebro y, dependiendo de la temperatura del agua, puedes tardar entre cinco y quince minutos en perder por completo la consciencia y entrar en coma. Se suspenden las funciones vitales, pero aunque el corazón se pare, el cerebro se mantiene vivo unos tres minutos más.

Muerte por sed


Igual que el exceso de agua te mata, la falta de ella también. Esta muerte es más lenta y tienen que darse varios factores para que no puedas beber, perderte en un desierto, caerte en un pozo seco, que te empareden vivo, cosas por el estilo. Aquí tienes más tiempo para recrearte en tu propia muerte. Primero comienzas a sentir un dolor de cabeza 100 veces superior a cualquiera conocido. ¿Te duele la cabeza por culpa de la resaca después de pasarte con los whiskys?, lógico, ya que la ingesta de alcohol produce deshidratación. El organismo empieza a absorber el líquido cefaloraquídeo, por lo que el cerebro se seca. Después de dos días sin beber dejamos de orinar con el consecuente fallo renal y el envenenamiento de la sangre, que a estas alturas, estará más espesa de lo normal. Los riñones se hinchan como un globo, lo que duele como una puñalada. Los ojos se secan formando cristales. La agonía puede durar de 3 a 7 días, pero entre las alucinaciones y la sequedad de ojos, tampoco te ibas a enterar de mucho…

Muerte por achicharramiento


¿Qué se puede hacer cuando el fuego te rodea?, esperar un milagro, porque en solo tres segundos el fuego prenderá en le pelo e irá consumiendo el cuerpo en este orden, primero las manos, los hombros, el pecho y el rostro. No podrás ver cómo tu cuerpo se calcina, porque los globos oculares estallan al contacto del fuego. También te quemas por dentro al intentar respirar el aire hirviendo, pero eso casi ni lo notas, porque se estima que el dolor de las quemaduras externas es casi 1000 veces superior al de poner la mano en una estufa al rojo vivo. Las llamas tardan diez minutos en achicharrar las terminaciones nerviosas. Si todavía no te has muerto, poco probable, habrás entrado en shock y no sentirás nada. Eso sí, no elijas ésta porque es la peor de las muertes.

Muerte por congelación


Ni un extremo ni el otro, pero puestos a elegir, yo elegiría éste. El peligro de muerte por hipotermia empieza cuando la temperatura corporal baja de los 35º. Primero sientes escalofríos, luego las manos se entumecen, señal de que nos quedan 90 segundos de vida, los vasos sanguíneos comienzan a congelarse, la sangre se convierte en cristales de hielo, lo que dificulta de circulación. En una hora los brazos y las piernas estarán helados y sentirás unos dolores atroces hasta que caes inconsciente por falta de riego cerebral. Eso sí, tus tejidos se conservan de maravilla y serás una bonita, y fría, momia.

Muerte por decapitación


¿Es mejor la guillotina o el hacha? Depende de la destreza del verdugo, porque los dos segundos de dolor extremo en la zona cervical ( unos cuantos más si el verdugo no tiene maña) no te los quita nadie. Dos segundo es lo que tardas en desangrarte, pero e cerebro conserva sangre para 15 segundos más. Eso no garantiza que veas tu cabeza rodando por el suelo, porque hay quien opina que el abrir y cerrar de ojos o de boca de las cabezas separadas del tronco, no responden a un acto consciente, sino a espasmos involuntarios.

Muerte por exanguinación


Es lo que ocurre cuando te desangras. La muerte se produce al perder más de dos litros y medio de sangre. Tal vez sea la muerte menos dolorosa, quitando los segundos del tajo que corte la arteria o vena. Tenemos cinco litros de sangre, perderla toda depende del tipo de herida, llevando desde unos minutos hasta horas. Podemos perder hasta el 15% de sangre sin sentir un ligero mareo (a no ser que ver sangre te produzca mareos, aunque no te estés muriendo), conforme va aumentando la hemorragia el cuerpo entra en hipotermia. A los dos litros y medio, el cerebro entra en coma.

Muerte por intoxicación gaseosa


El monóxido de carbono provoca una muerte rápida e indolora, por eso le llaman el asesino silencioso. De ahí a no sentir nada hay un camino. Si la intoxicación es por CO2, cuya afinidad con la sangre es 250 veces mayor que el oxígeno, al que sustituye de inmediato, primero notas un molesto dolor de cabeza, seguido de náuseas y vómitos. Lo más probable es que te quedes dormido y no sientas nada más nunca más. Si no pierdes la consciencia, mala suerte, porque no podrás ir muy lejos, los músculos se agarrotan con el gas y como mucho, podrás reptar unos metros. Si tienes la mala suerte de que te gasean con otro tipo de gas tóxico, como vapores de cianuro, los síntomas serían más agudos hasta la muerte total.

Muerte por asfixia


Da lo mismo que te ahorquen, te estrangulen o te tragues un muslo de pollo, todo esto provoca una hipoxia, que es la falta del suministro necesario de oxígeno a los tejidos y al cerebro. Las células sanguíneas, desoxigenadas, pierden su bonito color rojo y adquieren un también bonito tono morado, azulando la piel. Perderás la consciencia en unos minutos y la muerte se produce por un paro cardíaco.


Si estás pensando en morirte pero no sabes cómo, ya tienes dónde elegir.