16 de diciembre de 2010

Agente Naranja

El Agente Naranja es una mezcla de dos herbicidas hormonales: el 2,4-D y el 2,4,5-T. Fue usado como defoliante por el ejército estadounidense en la Guerra de Vietnam. Ambos constituyentes del Agente Naranja tuvieron uso en la agricultura, principalmente el 2,4-D vendido actualmente en productos como el "Navigate". Aunque los dos herbicidas se degradan con bastante rapidez, la dioxina es un compuesto altamente persistente que puede permanecer en el ambiente durante décadas.


Por cuestiones de negligencia y prisa por su utilización, durante la Guerra de Vietnam, fue producido con una purificación inadecuada, presentando contenidos elevados de un subproducto cancerígeno de la síntesis del 2,4,5-T: la dioxina tetraclorodibenzodioxina. Este residuo no se encuentra normalmente en los productos comerciales que incluyen estos dos ingredientes, pero marcó para siempre el nombre del Agente Naranja, cuyo uso dejó terribles secuelas en la población de aquel país y en los propios soldados estadounidenses. Las secuelas se notan principalmente en los descendientes de los sujetos expuestos, que tienen grandes probabilidades de sufrir malformaciones. Dentro de las compañias quimicas suministradoras del Agente Naranja se encuentran Dow Chemical, Diamond Shamrock, y Monsanto.


A partir de 1961, y durante diez años, como parte de la operación Ranch Hand, las fuerzas armadas norteamericanas lanzaron alrededor de 72 millones de litros de Agente Naranja sobre el sur de Vietnam (más de 1,5 millones de hectáreas, 10% de la superficie total del país) para defoliar los bosques e impedir así que la guerrilla pudiera esconderse.

Esas operaciones militares fueron interrumpidas en 1971 a causa de las numerosas protestas que provocaron en el mundo y en los propios Estados Unidos por parte de científicos, representantes, senadores y, sobre todo, de los veteranos norteamericanos.

Vietnam estima en tres millones (los norteamericanos reconocen solamente un millón) el número de habitantes que sufren diversas enfermedades y limitaciones, como cáncer del pulmón y de la próstata, ceguera, diabetes, malformaciones congénitas y parálisis. Cientos de miles han muerto, otros enfermos viven aún en la miseria ya que sus limitaciones les impiden trabajar.


El agente naranja afectó también la fauna y devastó además 3,3 millones de hectáreas de bosques y arrozales, aunque los estadounidenses han negado siempre la existencia de una relación directa entre esas enfermedades y malformaciones de los vietnamitas y la utilización de dioxina. No existe hasta ahora ningún estudio epidemiológico importante realizado por científicos norteamericanos.

Aviones y helicópteros volaban a menos de 500 metros del suelo y rociaban unos 250 litros de herbicida por cada una o dos hectáreas de vegetación; 80% del producto permanecía sobre las copas de los árboles, mientras el resto alcanzaba un nivel inferior o llegaba al suelo. Aunque la gran mayoría de las misiones eran realizadas desde aviones, también se rociaba herbicida desde camiones, botes y hasta mochilas.


Cerca de un tercio del área fue rociada más de una vez y 52.000 hectáreas fueron pulverizadas más de cuatro veces. Según informes oficiales de Estados Unidos, la operación Ranch Hand destruyó 14% de los bosques de Vietnam del Sur, incluida la mitad de los manglares.

El Agente Naranja representó 60% de los herbicidas utilizados para destruir bosques y cultivos.

Bebés deformes como consecuencia del Agente Naranja.

El estudio Hatfield, uno de los más completos realizados hasta la fecha sobre el Agente Naranja, encontró altos niveles de dioxina en la sangre de vietnamitas nacidos luego de la guerra, lo que sugiere que los contaminantes son transmitidos a través de la cadena alimenticia. También se hallaron altos niveles de dioxina en peces y tejidos animales. El estudio no determinó el número de personas afectadas, pero los autores señalaron que es necesaria una investigación epidemial para determinar un vínculo directo entre el Agente Naranja y el alto índice de anomalías congénitas hallado en la población estudiada.





14 de diciembre de 2010

Sistemas de matanzas Nazis

  • Ahogamientos masivos
  • Cámaras de Gas (1)
  • Cámaras de gas (2)
  • Cámaras eléctricas
  • Camiones de gas
  • Ahorcamiento
  • Despeñamiento
  • Hacinamiento
  • Hambre
  • El martillo
  • El veneno
  • Fusilamientos masivos (1)
  • Fusilamientos masivos (2)
  • Incineración
  • La enfermería
  • La estaca
  • La invitación
  • La tala de árboles
  • Muerte por duchas
  • Muerte por el fuego o por bombas


Ahora paso a explicar cada una

Ahogamientos masivos.

Este método era usado en mayor medida por la Ustacha y tropas SS del este de Europa. En algunos momentos y cuando la falta de munición se unía a suelos duros y helados por el frío que no permitía cavar fosas comunes, se agrupaban formaciones de prisioneros (hombres, mujeres y niños) a los que se les rodeaba con cuerdas o alambres formando círculos de varias decenas de personas para ser arrojadas a un río o pantano. La muerte por ahogamiento era inevitable.


Cámaras de gas (1).

Las cámaras de gas primarias eran habitáculos toscamente construidos, incluso de madera, en las que se metían de 500 a 700 prisioneros en apenas 25 m²; una vez que quedaban encerrados, se arrancaba un motor diésel exterior y cuyo escape estaba conectado a la cámara. La muerte en estos casos con el monóxido de carbono era rápida e indolora, ya que antes de morir el prisionero se aletargaba en un sueño mortal carente de dolor físico, aunque brutal por saber que iban a morir.


Cámaras de gas (2).

Con el buen resultado que dieron las cámaras primarias y con la “solución final” en marcha, se construyeron cámaras sólidas y dotadas de simuladas duchas por las que se introducía el gas Zyklon B; el proceso para morir estaba inteligentemente estudiado: Primero y tras la selección de los prisioneros sentenciados eran llevados mediante engaños a unas habitaciones en las que se les obligaba a desnudarse bajo el pretexto de someterlos a unas duchas de desinfección y limpieza. Cuando ya estaban apretados en la cámara, esta se cerraba con puertas metálicas y estancas y comenzaban a expandir el gas por las duchas; los gritos de horror eran espantosos mientras que por las mirillas o ventanucos de la cámara observaban los SS la lenta y dolorosa agonía de la muerte. Una vez que todos estaban muertos y el gas eliminado, se abría otra puerta en la que los sonderkommandos arrancaban las piezas dentales de oro y recogían anillos y pequeñas joyas que escondían en los orificios vaginales o anales. Tras este proceso, los mismos sonderkommandos los introducían en los hornos crematorios para incinerar los cadáveres.



Cámaras eléctricas.

Aunque su existencia no ha sido probada si queda constancia por los testimonios de testigos y los propios acusados de Núremberg. Eran cámaras en las que el suelo metálico estaba electrificado; una vez que la cámara se encontraba llena de prisioneros se activaba la corriente eléctrica y morían electrocutados de forma terrible.

Camiones de gas.

Eran camiones con las cajas traseras completamente hermetizadas, en las que los prisioneros se colocaban de pie y apretados. Una vez cerradas las puertas traseras, se conectaba un tubo desde el escape del motor hasta la caja trasera y el vehículo se ponía en marcha. El monóxido de carbono producido por el motor diésel inundaba la caja y ahogaba en pocos minutos a los prisioneros. Cuando los camiones llegaban a las fosas comunes bastaba abrir las puertas traseras para que unos sonderkommandos sacasen los cadáveres de los prisioneros y fuesen sepultados inmediatamente.



El ahorcamiento.

Prisioneros fornidos eran obligados a talar árboles y montar con ellos toscas construcciones para ahorcar a los reos; en grupos eran subidos a los troncos y se les colocaba una soga alrededor del cuello para después derribar el tronco en donde se apoyaban y morir asfixiados.


El despeñamiento.

En las canteras y obras en las que trabajaban prisioneros esclavizados a los más débiles o agotados por la fatiga y el hambre se les empujaba al vacío para morir despeñados; a estos muertos habría que sumar los que voluntariamente se arrojaban buscando una muerte rápida y menos dolorosa.


El hacinamiento.

En los vagones de ganado destinados al transporte de prisioneros era tal el escaso espacio para moverse que cuando las puertas eran abiertas se descubría a personas que ya muertas habían permanecido de pie por no disponer de un retículo por el que desplomarse. El hambre, la sed o la falta de oxígeno eran las principales causas de estas muertes.



El hambre.

Los prisioneros que eran seleccionados para vivir eran sustentados con raciones ínfimas de algo parecido a café (que no era café) por la mañana, una especie de sopa al mediodía y en algunas ocasiones un pedazo de pan duro. En poco tiempo la débil alimentación unida a la fatiga del trabajo continuado daban cuenta de la deteriorada salud en poco tiempo pero eso no importaba al régimen nazi ya que el continuo flujo de nuevos prisioneros sustituían a los muertos por el hambre. Otra forma de morir por el hambre era el castigo; muchos prisioneros eran encerrados en grupo y atados a las paredes de una celda para dejarlos morir de hambre; tal es el caso del sacerdote Maximilian Kolbe que prefirió dar su vida a cambio de la de un prisionero condenado a morir de hambre y que imploró por vivir para volver con su mujer e hijos; este sacerdote junto a otros seleccionados murió de hambre y sed como castigo.


El martillo.

En algunos campos de concentración y exterminio (sobre todo en los de Polonia) se utilizó un sistema eficaz y barato de asesinar en masa: un prisionero era colocado tumbado y bocabajo y un martillo enorme accionado por una palanca golpeaba brutalmente la cabeza del reo, produciéndole la muerte inmediata. Unos chorros de agua para eliminar la sangre que manaba de la cabeza y otro prisionero se colocaba bajo el martillo. Muchos prisioneros de guerra rusos fueron asesinados por este método.

El veneno.

En ciertas poblaciones de este de Europa, oficiales de la S.S. reunían a los niños de los pueblos en grandes grupos y bajo sonrisas y juegos y con la excusa de una excursión campestre se les llevaba a un campo o bosque cercano en donde se les daba bebidas calientes con galletas envenenadas; pocos minutos después de tomarlas morían entre dolores terribles por el veneno.


Fusilamientos masivos (1).

A medida que invadían Europa, los soldados escogían a inocentes de forma aleatoria para fusilarlos como escarmiento por la muerte de algún soldado a manos de la resistencia o simplemente para eliminar focos de supuestos reaccionarios al régimen nazi. En el frente ruso las tropas alemanas llegaron a aniquilar totalmente más de 511 poblaciones matando a mujeres, hombres, niños y ancianos.


Fusilamientos masivos (2).

En cualquier bosque se reunían centenares o miles de prisioneros a los que se les obligaba a desnudarse. Un grupo de ellos, bien por su fortaleza física o por humillarlos, eran destinados a cavar enormes fosas. Una vez que estaban terminadas se reunían pequeños grupos desnudos al borde de las fosas y se les disparaba con las ametralladoras en ráfagas o disparos de pistola. Cuando este grupo estaba muerto se traía otro y el sistema se repetía; familias enteras fueron asesinadas de esta manera y se estima que más de un millón de seres humanos fueron exterminados por este método.



Incineración.

Esta era la forma de morir de quienes informaban a otros presos de lo que realmente ocurría en las cámaras de gas. Si un sonderkommando decía a los recién llegados que iban a morir, era introducido vivo en un horno crematorio y asesinado de esta manera cruel como ejemplo para los demás.

La enfermería.

Aunque útil para ser utilizada por los verdugos, era un lugar de terror para los prisioneros. La mayoría de los médicos de los campos de concentración experimentaban nuevas medicinas o productos tóxicos con los enfermos o prisioneros que reunían características especiales, como ser gemelos, altos, fuertes, etc.



La estaca.

Una de las formas de asesinar favoritas de los SS: con los brazos atados a la espalda, se les colgaba por la unión de las muñecas, por lo que las articulaciones se fracturan, los húmeros se desarticulan junto con la escápula y la clavícula. Tal dislocación producía horribles deformaciones, a menudo permanentes. La agonía se alargaba hasta que al fin el esqueleto se desmembraba. Por último, la víctima, paralizada, moría tras una dolorosa agonía.

La invitación.

En los campos de concentración era habitual que los verdugos escogiesen a un prisionero cualquiera y le diesen entre todos una brutal paliza. Seguidamente se le suministraba una cuerda o cinturón y se le encerraba en las letrinas o cualquier habitación “invitándole” a suicidarse. Si tras 10 minutos de espera el prisionero no se había suicidado, se le daba otra paliza. Evidentemente muchos prisioneros prefirieron suicidarse para evitar la segunda paliza.

La tala de árboles.

En los bosques de árboles altos se obligaba a los prisioneros a subir hasta la copa de los mismos y reunir allí a un buen número de ellos. Después otros prisioneros talaban el árbol desde su base y los reos que estaban en la copa morían por la caída.



Muerte por duchas.

Era común instalar en las regiones heladas duchas de campaña conectadas a bombas de presión; los prisioneros eran obligados a desnudarse en mitad de la nieve e introducirse bajo el agua helada de las duchas por lo que pronto morían de frío. Los S.S. estaban armados de varas y látigos que no dudaban en usar si algún prisionero salía de la ducha. Una vez que los prisioneros estaban muertos se retiraban los cadáveres para que la misma nieve los sepultase. Otra forma de morir por este medio era para el divertimento de los verdugos: Se cavaban agujeros en la nieve en los que metían hasta medio cuerpo a prisioneros desnudos para una vez inmovilizados echarles cubos de agua hasta quedar convertidos en estatuas de hielo. Una macabra diversión de la S.S.


Muerte por el fuego o por bombas.

Este método era habitual de la Ustacha. Cuando llegaban a cualquier pueblo del este de Europa, reunían a la población y separaban a mujeres, niños y ancianos por un lado y a hombres por el otro. Los hombres eran torturados y fusilados y los demás encerrados en graneros, iglesias o sinagogas a las que se les prendía fuego para morir abrasados en su interior o se lanzaban por las ventanas granadas de mano y bombas.







... y esto es todo por esta vez.