18 de febrero de 2012

Experimentos de Josef Mengele


"Cuando el tren se detuvo, escuchamos a muchos nazis dando órdenes afuera. Envolviendo al campo había enormes muros con alambres de púas. Todo allí era de un color tétrico. Uno debía obedecer inmediatamente las órdenes o moría. Debía ser instantáneo, como un flash. Ello decidiría entre la vida en el campo o la muerte en las cámaras de gas. Mi madre nos sostenía a mí y a Miriam, mi hermana gemela de las manos. Nosotras nos quedamos congeladas en ese lugar. Mi madre no nos soltó. Mi padre y mis otros hermanos desaparecieron en la multitud, y jamás los volvimos a ver… De pronto, apareció Mengele gritando en alemán “¡zwillingen, zwillingen!”, es decir, “¡gemelos, gemelos!”. Se detuvo frente a nosotras y mirándonos a mi hermana y a mí, preguntó si éramos gemelas. Mi madre no sabía qué decir, sólo atinó a preguntar: “¿es eso bueno?” Allí, un oficial ordenó: “¡responda por sí o no!”. Y mi pobre madre dijo “sí, son gemelas”. Mi madre fue enviada en una dirección, y nosotras en la dirección opuesta. Cuando me di vuelta, la vi por última vez, extendiendo sus brazos hacia nosotras…"


Los gemelos resultaban particularmente interesantes para Mengele. Estaba obsesionado con ellos. Uno de estos experimentos consistía en inflingir dolor a uno y ver que reaciones tenía el otro, si uno de ellos moría el otro carecía entonces de interés por lo que solía también ser rematado.

Prácticamente todos los experimentos de Mengele fueron de un valor científico dudoso, pero financiados con miles de millones de marcos, dejando aparte su falta absoluta de ética.


Otro de sus campos de experimentación fue la resistencia humana. Usaba muchas veces a los judíos, pero no solo a ellos, sino a cualquier prisionero de guerra, como soldados aliados, para comprobar cuanto resistían al frío o al calor. Si uno aguantaba a 20º bajo cero, el día siguiente era sumergido a 30º bajo cero, con lo cual la esperanza de vida era siempre nula para sus hamsters humanos.

Mengele  también extraía los ojos de sus víctimas y los colocaba en una pared como un muestrario de las variedades heterocromas que existían. Intentó también por la vía química cambiar el color de pelo de los internos mediante la aplicación de dolorosas inyecciones subcutáneas y en algunos casos realizó castraciones y experimentos en la médula espinal dejando paralizados a los intervenidos.


En cooperación con otros médicos, intentó también buscar un método de esterilización masiva; muchas de las víctimas fueron mujeres a las que se les inyectaban diversas sustancias. En otras ocasiones realizaba experimentos sumergiendo en agua helada a internos fuertes para observar sus reacciones ante la hipotermia.

Cooperó con su contraparte de la aviación, el médico Sigmund Rascher, sometiendo a personas a cambios extremos de presión. Los individuos perecían en medio de horrorosas convulsiones por excesiva presión intracraneal.

Mengele también realizó experimentos con gitanos y judíos que tenían deformidades, enfermedades hereditarias (enanismo, sindrome de down), siameses e incluso con mellizos, diseccionándolos vivos y sumergiendo luego sus cadáveres en una tina con un líquido que consumía las carnes, dejando libres los huesos. Los esqueletos eran enviados a Berlín como un macabro muestrario de la degeneración física de los judíos.


Mengele llegó a tener una colección particular de condenados especialmente escogidos para servir en sus ensayos. En una ocasión cargó un vagón de tren con unos cajones que los internos notaron "demasiado pesados para su volumen". Los cajones iban dirigidos a Günzburg y algunos internos dedujeron - correctamente - que los cajones contenían lingotes de oro, provenientes de las extracciones dentales de las víctimas del campo...

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